¿Cómo llegué a ser mamá canguro?, por Patricia B.: «nunca es tarde si la dicha es buena»

Posted by on Jun 20, 2009 in Vivencias | 15 comments

¿Cómo llegué a ser mamá canguro?, por Patricia B.: «nunca es tarde si la dicha es buena»

Patricia B., Granada.

Mi hija es adoptada, la conocimos cuando tenía 2 mesecitos y, antes de que pudiese traérmela a casa, la estuvimos visitando todos los fines de semana durante otros 2 meses. El tiempo que pasaba con ella lo tenía que aprovechar al máximo y la tenía todo el tiempo que podía en brazos, acurrucadita contra mí, aspirando su olor y grabándomelo en la memoria, porque sabía que iba a tener que pasar otra semana hasta que pudiese volver a verla y no sabía cuánto tiempo hasta que me dejasen llevármela del todo. Así que cuando llegó ese maravilloso día no podía despegarme de ella, ¡tenía tanto tiempo perdido que recuperar!, y la tenía siempre en brazos, pese al típico comentario de «se va a mal-acostumbrar».

Lo que la gente no sabía es que ¡era yo la que ya se había «bien-acostumbrado»! Por desgracia, no conocía el mundo de los portabebés y me compré una «colgona» (mochila comercial), que solamente pude usar un par de veces por lo incómoda que era tanto para mí como para Elena, aunque eso no impidió que las dos disfrutasemos muchisimo de estar juntitas «a pelo».

Cuando Elena cumplió los 2 años, una amiga (¡gracias, Merce!) me comentó los diferentes portabebés que existen, las ventajas de unos y otros y me dijo que entrase en la Red Canguro.

Primero me hice con un fular casero para practicar con tanta tela y los diferentes nudos. Merce me advirtió que, por la edad de mi niña a lo mejor no le iba a gustar el tema por no haberlo probado nunca, pero la sorpresa fue que a Elena ¡le encantaba! Desde el primer día se quedaba tranquila mientras ajustaba la tela y siempre estaba dispuesta a que la subiese con el fular. Así que fue la señal que yo necesitaba para ver que no era demasiado tarde para empezar y me compré una bandolera, ¡¡qué maravilla!! Cuando la llevo en la cadera o se me queda dormida delante, ¡la noto tan pegadita! Y le acaricio la espalda por encima de la tela y me imagino que esa habría sido la sensación de haberla podido tener dentro de mi barriga.

Patri1

¡Estoy tan agradecida de haberos encontrado! Porque, no solamente estamos recuperando momentos perdidos, ¡sino que estamos sintiendo otros muchos nuevos!

Después ya vinieron el mei-tai y los fulares «de verdad», con los que nos encontramos mejor todavía. Ella ya tiene 28 meses y vamos a seguir disfrutando de nuestros trapitos hasta que ella quiera, y tengo claro que para nuestro próximo hijo no va a existir otra forma de desplazarse que no sea encima de mamá o de papá.

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