Afortunadamente, en los últimos años hay cada vez más padres a favor de una crianza más natural, volviendo a lo esencial, a cubrir necesidades básicas que por años el ritmo frenético de nuestra sociedad ha intentado que olvidemos.
El ser humano era nómada en sus inicios, y a los niños se los llevaba a todas partes. Hoy, la mayoría vivimos en entornos urbanos, poco adecuados para las necesidades de las familias con niños pequeños, el tiempo de baja maternal es demasiado corto y la necesidad de volver al trabajo muchas veces impostergable. Pero algo dentro nuestro nos oprime, no deja que nos separemos de nuestros bebés…
Instintivamente, el bebé vive la falta de movimiento como un “abandono”, y hará todo lo posible para evitarlo. Por eso, un bebé que es dejado sobre una superficie inerte a pesar de la presencia de su madre a escasos metros, llora desconsoladamente esperando volver a sus brazos, porque ese bebé tiene la misma programación genética que el bebé nómada.
Un bebé que se quedara solo en la selva seguramente moriría en cuestión de horas devorado por algún depredador. Los bebés vienen genéticamente preparados para sobrevivir, y, para ello, necesitan asegurarse un contacto continuo con su cuidador, que suele ser la madre. A pesar de que hoy en día vivimos en casas, sin depredadores rondando, y por tanto nosotros consideremos la situación como “segura”, él no la percibe así en absoluto. Hasta los 9 meses aproximadamente (cada bebé es diferente), no entiende la ausencia de los cuidadores como temporal; para él, lo que está fuera de su campo de visión no existe. Además, mientras más pequeño es, más “sensorial” es, y no le basta con ver a la madre, necesita sentirla, estar en contacto, olerla, y ser parte de su movimiento, en definitiva: saberse seguro en sus brazos.
Nos podemos imaginar la angustia que le puede causar la sensación de abandono aunque “sólo sean 5 minutos”, él está sintiendo que está en peligro de muerte. Por el contrario, cuando un bebé se encuentra en brazos de su madre se encuentra tranquilo, no tiene que preocuparse por seguir vivo, tiene la certeza de que su madre lo hará por él. Cuanto más relajado y seguro esté un bebé, más equilibrado estará emocionalmente.
Pero no sólo los bebés vienen preparados para estar en contacto con sus madres, nuestra anatomía está claramente adaptada para llevar a nuestros bebés encima. Si descendemos en la escala evolutiva, los monos y simios, nuestros parientes más cercanos en el reino animal, llevan a sus crías a todas partes, los bebés se agarran en el pelo de la madre.
La forma de la cadera y cintura de la mujer humana facilita el llevar al bebés, si observamos a un bebé cargado sobre la cadera de su madre, ésta parece un asiento para su pequeño. Asimismo, los pequeños ayudan con la posición de sus piernas, incluso bebés de menos de un mes doblan las piernas y separan las rodillas cuando los levantamos, en espera de “cabalgar” en la cadera.
Todavía existen muchos pueblos indígenas en el mundo (en Asia, América Latina y ífrica) que llevan a sus niños todo el día encima, cuando trabajan en el campo, durante las labores domésticas o cuando comparten danzas y fiestas. Estos niños suelen llorar mucho menos que los bebés occidentales, se muestran relajados y se duermen placidamente en brazos cuando lo necesitan, sin necesidad de estar en un ambiente bajo en ruido o con poca luz, simplemente con la seguridad de estar cargados por sus cuidadores.
Fuente: http://asociacionitacacastro.blogspot.com/
__________________________________________
Beneficios emocionales para los bebés
Para el bebé pequeño, sentir la proximidad de la madre es una necesidad tan básica como dormir o comer. El balanceo de su cuerpo y su olor le tranquilizan y hacen que se sienta seguro y querido. El estrecho contacto con sus padres le da confianza en sí mismo y despierta sus sentidos. Pero no sólo esto: en los bebés se puede observar que los beneficios emocionales y físicos están estrechamente ligados: Se han hecho estudios que demuestran que los bebés llevados en foulards porta-bebé o con método canguro (en los prematuros), aumentan más peso, comen y duermen mejor que los bebés criados con cochecito. En los estudios, todos los bebés prematuros que tuvieron contacto con sus padres por el método canguro (llevar el bebé contra la piel, dentro de la ropa o con un foulard porta-bebé) pudieron salir de la incubadora mucho antes que los bebés del grupo de control, y los bebés nacidos a término aumentaban mejor de peso, dormían mejor y crecían más.
Field, Tiffany M./Schanberg, Saul M./Scafidi, Frank/Bower, Charles R./Vega-Lahr, Nitza/García R./Nystrom, Jerome/Kuhn, Cynthia M.: “Tactile/kinesthetic stimulation effects on preterm neonates”, Pediatrics, 77, 1986, página 654-658 y Ackerman, Diane “The magic touch”, American Health 12(8)1993.
Los bebés con cólicos tienen la ventaja añadida que la posición frontal vientre contra vientre con su madre/padre beneficia enormemente su sistema digestivo todavía inmaduro, facilita el movimiento peristáltico y la expulsión de gases o eructos. Esto sí, ¡siempre y cuando respetemos la postura correcta del bebé!
La importancia de la posición correcta del bebé
Cuando nace el bebé, muchas veces su cadera aún está “inmadura”. No es algo preocupante, sino muy natural. Por suerte hay muchas cosas que podemos hacer para estabilizar e incluso corregir la cadera en casos leves de displasia (articulación de la cadera demasiado “plana”, la cabeza del fémur no encaja bien).
El bebé sano tiene un bloqueo de estiramiento de pierna. En esta fase de desarrollo temprano su cuerpo es tan sabio como para instintivamente evitar lo que le puede causar daño: estirar las piernas y la columna. Debemos respetar su forma natural y no estirarlo más de la cuenta, como sucede cuando lo tumbamos boca abajo, o llevándolo en mochilas convencionales que no le permiten al bebé mantener las piernas dobladas.
Durante el embarazo el feto tiene las piernas dobladas en un ángulo de más de 90º ¡Esta posición es altamente beneficiosa para el desarrollo de la cadera! El estiramiento de las piernas tiene que suceder paulatinamente, conforme con el desarrollo físico del bebé y completarse cuando el niño se pone de pie sólo. Si se fuerza este estiramiento antes, podemos provocar que la cabeza del fémur empuje hacía arriba hasta llegar, en casos más extremos, a la luxación de cadera o a molestias dolorosas (artrosis) en la edad adulta. Las articulaciones del bebé son todavía cartilaginosas, o sea se puede incidir positivamente o negativamente sobre ellos.
La posición idónea del bebé para estabilizar la cadera es la siguiente: La cadera y la rodilla doblada de más de 90º, y las piernas abiertas entre 90º y 140º y la espalda redondeada (posición fetal) bien apoyada. En un foulard porta-bebé el niño se encuentra en la posición descrita.
Extraído de un artículo de la revista “Eltern”, Alemania, 11/2001 asesorado por Dr. Fritz Uwe Niethard, Clínica Universitaria de Ortopedia, Aachen
__________________________________________
Los fulares portabebés son óptimos para el confort del bebé y su porteador, puesto que se adaptan perfectamente a ambos cuerpos; a diferencia de la mayoría de portabebés prefabricados, con anclajes y piezas duras, que rápidamente dejan de ser confortables y no duran toda la primera infancia, a diferencia del caso del fular.
En la mayoría de los portabebés más comerciales, el bebé raramente puede adoptar la posición “ranita” correcta, que es tan importante para su espalda (con las piernas elevadas al menos 90º, con una separación lateral de 45º respecto al eje del cuerpo). La mayoría de los bebés están -en el mejor de los casos- sentados o -en el peor- colgados de sus genitales, la espalda de éstos no está bien sujeta -no puede curvarse-, el bebé se hunde y puede dañarse.
No es raro ver a los bebés de cara al mundo, mientras sus espaldas no están sujetas en posición ergonómica, sufriendo constantes golpes a cada paso del porteador. A esta mala posición se añade la sobreestimulación permanente, a la que el bebé está expuesto sin posibilidad de refugio.
El llevarlos en fular favorece y acompaña el buen desarrollo de la columna vertebral y previene eficazmente la displasia de cadera, en lugar de perturbar el crecimiento ideal de la columna y las cadera por posturas y prácticas no adaptadas a su desarrollo fisiológico, como ocurre cuando el bebé está sentado o acostado con la espalda recta.
Extraído y traducido de un texto de Nicole Rudolph, consejera y formadora ClauWi.
Texto original en: http://www.afpb.fr/respect.htm
No Comments
Trackbacks/Pingbacks